Monarca
Papel pegado, fósforos quemados y pegados / lienzo
240 x 200 cm
Conjunto de 8 piezas de 100 x 60 cm c/u
2021

Aunque la emigración no es algo que se desee a la ligera, hay una ganancia inesperada en ella: son muchos los regalos de insertarse en una cultura, y a veces también una lengua, que nos son ajenas. Saca la debilidad a golpes, habilita la percepción interna aguda, acrecienta la intuición u otorga el poder de la observación penetrante como modo de supervivencia. Son muchos los motivos que nos llevan a movernos en varias direcciones; no obstante, arribamos, como si nos posáramos, a diferentes lugares en una línea de tiempo a lo largo de la vida, pero con ese intrínseco sentido de pertenencia que nos hace ser de un lugar y no de otro.

Ese salirnos de lo que culturalmente somos es, generalmente, una experiencia desgarradora si atendemos los numerosos testimonios de emigrantes de todos los tiempos. Sin embargo, el tejido que nos conforma desde la infancia, los recuerdos, los vínculos, las experiencias, son un modo de permanecer; la referencia a la que siempre acudimos, un lugar de pertenencia que nos lacera y nos abraza y a donde casi siempre elegimos volver. Como la mariposa Monarca, nos desplazamos por generaciones para, finalmente, cerrar el círculo retornando a nuestro lugar de partida.

Monarca
Papel pegado, fósforos quemados y pegados / lienzo
240 x 200 cm
Conjunto de 8 piezas de 100 x 60 cm c/u
2021

Aunque la emigración no es algo que se desee a la ligera, hay una ganancia inesperada en ella: son muchos los regalosde insertarse en una cultura, y a veces también una lengua, que nos son ajenas. Saca la debilidad a golpes, habilita la percepción interna aguda, acrecienta la intuición u otorga el poder de la observación penetrante como modo de supervivencia. Son muchos los motivos que nos llevan a movernos en varias direcciones; no obstante, arribamos, como si nos posáramos, a diferentes lugares en una línea de tiempo a lo largo de la vida. Pero con ese intrínseco sentido de pertenencia que nos hace ser de un lugar y no de otro. 

Ese salirnos de lo que culturalmente somos es, generalmente, una experiencia desgarradora si atendemos los dolorosos testimonios de emigrantes de todos los tiempos. Sin embargo, el tejido que nos conforma desde la infancia, los recuerdos, los vínculos, las experiencias, son un modo de permanecer, la referencia a la que siempre acudimos, un lugar de pertenencia que nos lacera y nos abraza y a donde casi siempre elegimos volver. Como la mariposa Monarca, nos desplazamos por generaciones para, finalmente, cerrar el círculo retornando a nuestro lugar de partida.